Heberto Castillo.
El gobierno olvidó su existencia. No había campesinos pobres ni menos latifundios. Tanto olvido hubo que cuando se los mostraban no los veía. Tan pequeños eran los grupos campesinos a su soberbia. Sacerdotes en verdad cristianos abogaban por ellos, por los olvidados. Los terratenientes, para no sentirlos, vivían en apartados, resguardados por guardias blancas. Compraban al gobierno el privilegio de matar a quienes se atrevían a perturbar su tranquilidad. Gozaban así de absoluta impunidad. Los indios que habitan el sur de la República, en especial Chiapas, no tienen derechos. Son tolerados, a veces, como un mal necesario. Sus tierras, sus selvas, lagos y ríos son invadidos, depredados por el ladino. Las dos terceras partes de la población de Chiapas viven en la pobreza extrema, 40 de los jefes de familia percibe menos del salario mínimo; 22, entre uno y dos salarios. Son mexicanos extranjeros en su patria. Muchos no saben siquiera que son mexicanos. Se identifican más con los vecinos del sur que con los vecinos del otro México.
Proceso publicó el 23 de agosto una denuncia fundada de la guerrilla en Chiapas. Jorge Moscoso, diputado del PRD, compañero fundador del PMT, del PMS y del PRD, denunció en el Congreso esta realidad en 1992.Y quienes íbamos a mítines en Chiapas desde hace años oíamos de la guerrilla, recibíamos peticiones de armas de los paupérrimos asistentes a nuestros actos, como también nos ocurría en Guerrero, Oaxaca, Michoacán, Veracruz, Tabasco, Sinaloa, Jalisco, Hidalgo, México y otros estados de la República. Nuestros artículos denunciando ese peligro y la pobreza, la injusticia, la indignación popular, fueron siempre considerados por las autoridades desahogos, exageraciones. En varias poblaciones los habitantes denunciaban, llorando a veces de rabia, las condiciones infrahumanas en que vivían.
En Chiapas no hay queja que pueda llegar a buen término si es contra algún poderoso terrateniente, cafetalero o platanero. Absalón Castellanos, capturado por el EZLN, se distinguió cuando era gobernador por su soberbia y su crueldad contra los habitantes, contra los campesinos, muchos de ellos presos en las cárceles de la entidad sometidos a juicios absurdos. Por años asesoramos a campesinos agredidos por el propietario de la finca ‘’Argentina’’, que todos dicen es propiedad de Luis Echeverría, sin éxito valedero. Nunca después de Cárdenas se hizo justicia a los campesinos. Menos en Chiapas.
El levantamiento armado del 1o de enero de 1994 no es una aventura más. Es un llamado a la nación y al mundo entero para que perciba la rebelión de los olvidados de México. No es un problema local, circunscrito, como dice el gobierno, a cuatro municipios de Chiapas. No es un movimiento al que se va a aplastar en unos cuantos días. Se puede masacrar a muchos pueblos de Chiapas, aplicar la táctica de los yanquis en Vietnam cercando aldeas y pueblos y utilizando incluso lanzallamas. Se puede fusilar a los insurrectos como ya lo hace el Ejército ante la pasividad de la Comisión Nacional de Derechos Humanos. El gobierno de Clinton estará presto a dar ayuda para acabar con los alzados. Pero no será posible.
Este alzamiento es sólo un indicio del mal que padece México tras 10 años de una política de entrega de la economía nacional, de destrucción sistemática en la Constitución de los cimientos emancipadores que construyó la Revolución Mexicana. Carlos Salinas creyó que podía destruir la Constitución, derogar los aspectos fundamentales de sus artículos básicos; pensó que nadie reclamaría. Los partidos políticos sufrieron durante esos años un proceso electoral que los hizo olvidar los movimientos sociales fundamentales. Se abandonó desde todos los organismos nacionales la lucha de los campesinos, obreros y empleados. Y ahora los partidos y las organizaciones sociales han sido rebasados por los campesinos. Lo he dicho decenas de veces desde esta tribuna. Las condiciones de vida de las clases laborantes son cada vez peores desde hace 10 años, cuando menos. Si no hay organismos sociales o políticos capaces de defender los legítimos derechos de las clases laborantes (campesinos, obreros, empleados), como no los hay; éstas buscan los medios para reivindicar sus derechos.
Carlos Salinas cerró los caminos legales de los campesinos para defender su derecho a la tierra, al agua, al crédito y a la asesoría técnica. Ellos recibieron promesas, sólo promesas en lo sustancial, durante 50 años. Pero alentaban la esperanza de lograr tierra. Con la reforma al artículo 27 constitucional dando por terminada la entrega de la tierra, a pesar de haber tantos latifundios, abriendo la alternativa al latifundio moderno, sin límites de extensión, se acabó incluso con su esperanza y no se dejó a los campesinos otro camino que el de la lucha armada. ¿Podrán entender esto los teóricos del liberalismo social? Para los campesinos de Chiapas (y para los de otros estados que todavía no se expresan) no hay ya otra vía que la armada. Otros sectores de la población pueden entrever otras alternativas. Esos campesinos no. Puede ser esa vía, lo es sin duda, la más peligrosa, la más arriesgada, la vía desesperada, pero es la única que ellos ven para resolver sus problemas. Son campesinos zapatistas en el estricto sentido del término: si les deja más usar el rifle que el azadón, usan el rifle. Y como en 1910, usarán el azadón por las mañanas y el rifle al anochecer.
El movimiento obrero está aplastado, y sus dirigentes -en verdad caciquescreen que los obreros estarán sumisos por siempre. No es así. De cundir el movimiento campesino, pronto los obreros tomarán su lugar en la lucha, que no será la guerrilla ni el ejército, sino la lucha urbana clandestina. Y los empleados lastimados en su poder adquisitivo como nunca en la historia moderna de México, simpatizarán con los campesinos y los obreros de más de una manera, y hallarán las formas y caminos para ayudar a que aquéllos triunfen.
El PRD debe solidarizarse con la lucha de los campesinos chiapanecos aunque no sepamos quiénes sean los dirigentes de este ejército. Ya es un lugar común cuestionarIos porque no dan la cara. Pero es natural y explicable que actúen de manera embozada. N o transcurrieron en balde los años represivos, bárbaramente represivos, de las décadas sesenta y setenta.
Hay suspicacias, sospechas por la forma en que se produjo el alzamiento. ¿Cómo es posible que no se hubiera enterado el gobierno del surgimiento de un ejército tan numeroso? Sobre todo cuando el actual secretario de Gobernación era el gobernador del estado. ¿Cómo es posible que el Ejército no haya percibido la formación del EZLN cuando en Chiapas es fama que se encuentra la parte del Ejército Mexicano más avanzado tecnológicamente? ¿Cómo se explica que se tomara durante tanto tiempo una ciudad como San Cristóbal de las Casas, tan cercana a la XXXI Zona Militar? Ya lo explicó la subsecretaria de Gobernación: sabían de la guerrilla. No lo dieron a conocer ni actuaron contra ella por ser un asunto muy delicado.
En verdad, el gobierno no actuó contra el EZLN desde hace cinco años al menos por su empeño a ultranza de lograr la firma y la ratificación del TLC. De emprender una lucha contra la guerrilla en 1990 no habría habido tratado. El gobierno prefirió esperar hasta que se ratificara éste en el Congreso de Estados Unidos para actuar. Pero el EZLN se anticipó. Sabía de seguro que pronto sería atacado y se adelantó. No actuó sino cuando Salinas destapó a Colosio. Ahora no tiene todo el poder. Escogió ello de enero por razones tácticas y porque entraba en vigor el TLC. Los soldados de la XXXI Zona Militar estarían festejando; las poblaciones de Chiapas que tomaron tendrían turismo internacional. El gobierno masacra mexicanos, pero se cuida de lastimar turistas. En mi opinión, así triunfara la represión gubernamental y fueran eliminados todos los combatientes, la llamada de atención a México y al mundo lanzada por los olvidados de México fue un éxito. Llegó a todos los confines del mundo. Nadie pensará ya que el gobierno de Salinas ha producido bonanza al pueblo. Sabe el mundo que los pobres de México condenan el TLC y la miseria a que los ha llevado un gobierno neoliberal. Los millones de dólares gastados para exaltar la figura de Salinas se fueron al caño.
Ya se sabe que el neoliberalismo conduce a la violencia, que no hay país del Tercer Mundo embarcado en esa política que tenga estabilidad social.
El gobierno de Salinas debiera actuar con inteligencia al menos una vez. Pero ya el vocero del gobierno, el oficial mayor de Gobernación -el secretario de Gobernación no da la cara, esperando el momento oportuno para presentar su renuncia-, anuncia una propuesta de paz que no es otra cosa que una absurda demanda al EZLN de rendición incondicional. Evidencia el gobierno, de nuevo, prepotencia, soberbia, falta de sensibilidad. Es necesario que convoque al EZLN a una tregua y a discutir sin condiciones. Tiene razón en sus demandas. Tiene que decirlo el gobierno. Y ofrecer resolver de raíz los problemas. De otra manera, de seguir con propuestas prepotentes, Salinas provocará condiciones para que 1994 sea un año de terrible violencia en México.
Los olvidados ya lograron algo muy importante: están presentes en México y en el mundo.